Ayer fue una noche de esas que me ayudan a resurgir
de mis cenizas con mucho ímpetu.
Fue una noche de sueños hechos realidad, de
sentimientos anidados al corazón con demasiada intensidad, de lágrimas
silenciosas que dejan su propio recorrido.
Basta mirar el interior de mi brazo derecho para ver
las dos “A” de Amon Amarth tatuadas, basta mirarme a los ojos para percibir ese
brillo incandescente de alegría, basta escuchar cómo me desgarro en cada grito
al cantar; para darse cuenta de que es uno de mis grupos preferidos.
Uno de esos grupos con los que sueñas una y otra
vez. Son muchas las veces que te dices para ti misma: ¡sería la ostia poder
verlos en directo! Y cuando ese día llega, la asfixia de los nervios que te
produce estar ahí delante, en primera fila, te deja paralizada, incrédula, pellizcándote
los brazos para saber si es verdad, o es solo un sueño dentro de un sueño…
No fue un sueño soñado en el estado de duermevela. Fue
un sueño hecho realidad, uno más que anotar en mi lista de sueños cumplidos. En
este mes se me han cumplido varios, dos muy importantes para mí…a pesar de ser
un Octubre Gélido.
La noche comenzó con una espera que parecía eterna,
tanto en la cola como dentro de la sala, hasta que los griegos “SEPTICFLESH” saltaron al escenario para
dotarnos de su magia oscura. Los estruendos de la batería y las guitarras
aplastantes rasgaban el silencio mientras la voz gutural acercaba las sombras a
todos los asistentes. Death metal con influencias de metal atmosférico desde
Atenas.
Finalizaron, dejando el ambiente caldeado para los
grandes de la noche. Para los suecos “AMON
AMARTH” y su death metal melódico con temática vikinga.
Aunque no me tocaron mi canción preferida “Cry of the Black Birds”, ha sido una de las mejores noches de concierto de mis 26 años. Desde la intro del principio acompañada del humo blanco que creaba una atmósfera parecida a la de la niebla, la batería arrolladora, las guitarras pesadas y melódicas, el bajo aplastante y la mejor voz gutural masculina del extreme-metal -bajo mi punto de vista-; hasta las despedidas brindando al aire con ese cuerno vikingo que siempre lleva en la cintura, bebiendo de su interior esa cerveza Guiness, la outro final y el encendido de las luces de la sala que mostraba que el show había terminado.
Aunque no me tocaron mi canción preferida “Cry of the Black Birds”, ha sido una de las mejores noches de concierto de mis 26 años. Desde la intro del principio acompañada del humo blanco que creaba una atmósfera parecida a la de la niebla, la batería arrolladora, las guitarras pesadas y melódicas, el bajo aplastante y la mejor voz gutural masculina del extreme-metal -bajo mi punto de vista-; hasta las despedidas brindando al aire con ese cuerno vikingo que siempre lleva en la cintura, bebiendo de su interior esa cerveza Guiness, la outro final y el encendido de las luces de la sala que mostraba que el show había terminado.
Para casa con una camiseta nueva, sin púa, pero con
el alma repleta de sentimientos de fuerza y coraje, de valentía. Y es que es difícil
después de un show de los suecos, no creerse una guerrera vikinga capaz de
superar los lastres del camino, dispuesta a luchar espada y hacha en mano
frente al enemigo, no habrá miedo que entorpezca en mi camino bajo los influjos
del dios de la guerra “Asator”, ni
problema lo suficientemente grande para no ser destruido con el martillo “Mjolnir” del dios del trueno “Thor” (martillo que será mi futuro nuevo
tatuaje para cerrar el brazo).
Porque los cuervos crascitarán en mis noches
haciéndome resurgir, y una voz gutural rasgará las tinieblas, y mis ojos podrán
ver…
Porque la música no es solo música y las canciones no
son solo canciones.
La música es fuerza y las canciones himnos que
cantar para que los miedos desaparezcan.
Que siempre me quede la música para resurgir.
Que siempre me quede una voz gutural “solo de mi
propiedad” que rasgue las tinieblas con sus susurros de amor y libertad, y me
ayude a brillar en mi propia oscuridad.
Que siempre me quede la voz de “Johan Hegg” para
hacerme creer que cuando uno lucha con fuerza los miedos y los problemas desaparecen.
Que siempre me quede un cuerno vikingo imaginario, o en su defecto una buena cerveza, con la que brindar por los sueños y por los recuerdos.
Que siempre me quede un cuerno vikingo imaginario, o en su defecto una buena cerveza, con la que brindar por los sueños y por los recuerdos.
Amon Amarth
Johan Hegg.
ASATOR:
TWILIGHT OF THE THUNDER GOD:
¡Qué suerte que pudistes verlos en directo!
ResponderEliminarSon un buen grupo :)
Siempre que uno tenga música,te podrás volver a lebantar. ¿Qué es lo que tendrá la música que puede modificar tanto nuestro estado?
Guau, ya me había apuntado yo, ya!
ResponderEliminarUn beso suertuda
No es un estilo de música que escuche a menudo, pero sé lo que se siente en medio de un concierto de estos (¡waow!). Siempre he pensando que los heavys eran unos románticos empedernidos, demasiado nostálgicos en ocasiones, pero amantes de amor y de la vida por encima de todo. Y eso es algo que admiro demasiado, diría yo.
ResponderEliminarBesos ^^