Tarde de "Orquídea", luz y sueños. Los hechos realidad y los que
quedan por soñar.
Ayer fue justo eso. Una tarde de sueños.
El sueño de Carmen María
Cañamero y su "Orquidea Blanca",
pero también mis propios sueños.
Porque ella me recordó con sus palabras que debía luchar por ellos, seguir
escribiendo, ponerle más fuerza a mis intentos.
Ella le dijo a mi chico, que no dejara de darme empujoncitos que me llevaran
hacia el papel blanco por escribir.
Ayer fue una tarde de sueños, timidez y nervios, pero también de muchas
sonrisas. Sonrisas de esas que iluminan tu rostro y te acercan a ser la persona
que quieres ser. Una persona feliz, en cuyo corazón pesen más los buenos
momentos que las pérdidas, las ausencias y la nostalgia que a veces encharca
las pupilas.
Ayer regresé hacia casa, y no paré de sonreír en todo el camino, no paré de
comentar ilusionada lo acontecido, porque para ser sincera no estoy
acostumbrada a que me pasen cosas buenas cuando las personas que me rodean no
son de mi familia.
Ayer, pude descifrar las palabras de Carmen hablando sobre la creación del
libro, de todo el trabajo y esfuerzo que implica, de todo lo que hay detrás, de
esos personajes que se nos escapan de las manos, de cómo cuesta dar realismo a
una historia, la historia que tenemos en nuestro corazón y en nuestra cabeza,
para que quede perfecta.
Sus palabras, las de César (su chico y gran apoyo en todo) y Sedna
(correctora), nos los dejaron claro a todos los asistentes. Hay mucho trabajo
detrás, un trabajo lleno de sacrificio pero no por ello menos gratificante.
Sus palabras mostraban mucho esfuerzo, pero sobre todo toneladas de ilusión.
Ilusión por ver un sueño hacerse realidad, ilusión por transmitir con las
palabras y que el mensaje final sea entendido, ilusión y admiración por la
historia que hemos creado.
Eso fue lo que ella me transmitió y me regaló a mí. Ilusión. Ilusión para
seguir escribiendo. Ilusión para pelear por mis sueños, para dar más de mí por
hacerlos factibles.
Puede que a la gente le extrañase ayer, mi viaje desde Cantabria hasta
Gijón, más aún cuando no éramos amigas ni nos conocíamos en persona.
No fui a recoger un lote de premios sorteado en un concurso, ni fui porque
mis palabras apareciesen en la parte de atrás del libro.
Fui a acompañarla a ella y a su gente, en esa primera presentación, de este
ejemplar auto-publicado, para darla mi apoyo y para regresar a casa con abrazos
de ternura y cariño, con nervios amainados entre miradas cómplices, pero sobre
todo, con la idea de que tengo que luchar por mis propios sueños, porque a
veces se hacen realidad.
Fui a acompañarla y -siendo egoísta-, a recargarme las pilas. Porque es lo
que ella provocó en mí ayer. Me regaló su fuerza, su valentía, su magia e
ilusión. Y es que hay que ser muy valiente y una persona muy fuerte, para
pelear por un sueño como el de escribir y publicar, de la forma en la que ella
lo ha hecho. Siendo conscientes de que podemos caernos muchas veces durante el
trayecto.
Pero si se cae se levantará siempre. Lo sé. Porque tiene personas a su
alrededor que la cogerán de la mano y la sostendrán para que mantenga el
equilibrio y se levante de nuevo.
Solo por su esfuerzo merece la pena leer su libro, y dar nuestro granito de
arena para que consiga el éxito que merece.
Nunca me cansaré de decirlo. Hay libros que son éxitos de ventas porque una
gran editorial ha apostado por ellos y no porque lo que contienen merezca la
pena.
Su libro si merece la pena. Es una historia mágica.
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Todo el mundo debería darse cuenta del potencial de Carmen, de su facilidad
para que te evadas de la realidad con sus palabras, de la luz y la esperanza
que transmite al escribir. Y muchos necesitamos evadirnos, necesitamos esa luz
y esa esperanza para vislumbrar lo que somos y tenemos en realidad. Y dejar a
un lado lo que ya no podemos tener.
Gracias por todo lo acontecido ayer Carmen.
Por creer en tus sueños y pelear por ellos. Por tu amabilidad conmigo, por tu
cariño y ternura. Por tus palabras. Por tus empujones. Por recordarme la chica
que puedo ser, por recordarme la escritora que hay en mí. Por creer en mí.
Y gracias a su madre por presentarse, a César por su cercanía y complicidad, y a la hermana de la ilustradora de esta Orquídea (Cinthya, que aunque no pudo asistir ayer, decirla desde aquí que ha hecho un gran trabajo), que aunque no recuerdo su nombre (mi mala cabeza), siempre recordaré su amabilidad y simpatía arrolladora y la agradeceré el venir a hablar conmigo y hacerme sentir a gusto.
De luz, sueños y estrellas. (Foto de internet)
Acontecimientos como esos te invitan a luchar por tus propios sueños, a sentirlos más cerca día a día.
ResponderEliminarÁnimo con los tuyos, algún día tus palabras conseguirán llevarte hasta ellos.
Mil besos.
Qué bonito, la ilusión llena todo el texto.
ResponderEliminarUn beso.
Ahora mismo me siento emocionada e ilusionada a rabiar. Muchas gracias por estas palabras, soy muy afortunada por recibirlas.
ResponderEliminarSoy consciente del esfuerzo que hiciste junto a tu chico por acompañarme en la presentación y me alegra ver que mereció la pena. No por conocerme, sino por conocernos todos, hablar como si fuésemos viejos amigos y contagiarte un poquito de esta positividad que siempre viene conmigo.
Ya conociste a mi madre, ella es pura alegría y algo tenía que pegarme después de 26 años viviendo con ella jejeje. Cuando queremos algo, luchamos por ello y siempre hay formas de sacarlo adelante con mucha imaginación y en eso todos los lectores y escritores jugamos con ventaja.
Espero estar presente en una presentación donde tú estés en la mesa principal. Sé que el momento llegará algún día ;)
Una brazo ^^
P.d_ la hermana de Cinthya es Natalia y me dijo que fue estupendo conocerte, así que me alegra ver que fue mutuo :)