Hay momentos en los que me
quedo pasmada mirando la pared morada del salón, sin encontrar una sola idea
con la que crear nuevos mundos. Por más que lo intento es como si mi mente
estuviese vacía de contenido. Es como si mi corazón no sintiese, como si
mi sangre no caminara. Parezco una muerta en vida.
Sin embargo, cuando encima de la mesa de cristal y madera tallada se amontonan varios libros -alguno empezado- y en mi móvil llega un sms de “casa del libro” anunciando la llegada en 24 horas de mi último pedido, ('EL DUEÑO DE LAS SOMBRAS' de CARE SANTOS y 'SANGRE' de CLARA PEÑALVER), las ideas parecen brotar ansiosas, con ganas desbordantes de salir de mi cabeza para quedar inmortalizadas en la memoria de mi ordenador.
Me surge una historia, con personajes claros, con vivencias, sentimientos, mundos paralelos…y a los dos segundos otra idea más para otro relato diferente. Y así todo el tiempo durante estas últimas semanas.
Y a eso le sumo los trabajos que envío a mi profe a distancia, que también luchan por tener un pódium propio.
Ni cuando estoy en la ducha consigo dejar mi mente en blanco y relajarme.
Es una sensación extraña para mí.
Mis personajes sin nombre comienzan a desperezarse y les da igual lo que yo quiera. Les da igual si a mí me apetece dejar de pensar, si el cuerpo me pide leer y relajar los músculos en el sofá, si quiero ver una serie de televisión...
Ellos quieren salir, quieren que su historia sea contada por mí. Y quieren que sea YA.
Y me hablan, me susurran e incluso me GRITAN, no cesan hasta que les dejo salir y les plasmo en un esquema. Entonces se quedan contentos…pero solo un poco, porque a la media hora, vuelven a hacer uso de su egoísmo y me bombardean para que dé comienzo a su vida.
Y yo he de reconocer que soy débil. Lo hago. Me dejo llevar, me vuelvo sumisa ante su poder.
Lo hago porque sé que como vienen las ideas se van, que aunque trate de guardarlas en mi mente, si no las escribo en el momento preciso, cuando intento hacerlo horas después ya no las capto de la misma forma. Por ello paro todo lo demás y dejo que surjan.
Lo hago porque sé que no soy nada sin ellos. Lo que creo es mi vida. Es lo que quedará de mí algún día. Escribir historias es más que un hobbie. Es un amor que no siempre me corresponde. Porque no siempre acude cuando lo llamo.
Ya me están gritando otra vez.
Me voy a dotarles de existencia.
Me voy a dejarles que me cuenten su historia mientras yo lucho por transcribirla. Espero estar a la altura.
Shhh ¡silencio! ¡ La función comienza!
Sin embargo, cuando encima de la mesa de cristal y madera tallada se amontonan varios libros -alguno empezado- y en mi móvil llega un sms de “casa del libro” anunciando la llegada en 24 horas de mi último pedido, ('EL DUEÑO DE LAS SOMBRAS' de CARE SANTOS y 'SANGRE' de CLARA PEÑALVER), las ideas parecen brotar ansiosas, con ganas desbordantes de salir de mi cabeza para quedar inmortalizadas en la memoria de mi ordenador.
Me surge una historia, con personajes claros, con vivencias, sentimientos, mundos paralelos…y a los dos segundos otra idea más para otro relato diferente. Y así todo el tiempo durante estas últimas semanas.
Y a eso le sumo los trabajos que envío a mi profe a distancia, que también luchan por tener un pódium propio.
Ni cuando estoy en la ducha consigo dejar mi mente en blanco y relajarme.
Es una sensación extraña para mí.
Mis personajes sin nombre comienzan a desperezarse y les da igual lo que yo quiera. Les da igual si a mí me apetece dejar de pensar, si el cuerpo me pide leer y relajar los músculos en el sofá, si quiero ver una serie de televisión...
Ellos quieren salir, quieren que su historia sea contada por mí. Y quieren que sea YA.
Y me hablan, me susurran e incluso me GRITAN, no cesan hasta que les dejo salir y les plasmo en un esquema. Entonces se quedan contentos…pero solo un poco, porque a la media hora, vuelven a hacer uso de su egoísmo y me bombardean para que dé comienzo a su vida.
Y yo he de reconocer que soy débil. Lo hago. Me dejo llevar, me vuelvo sumisa ante su poder.
Lo hago porque sé que como vienen las ideas se van, que aunque trate de guardarlas en mi mente, si no las escribo en el momento preciso, cuando intento hacerlo horas después ya no las capto de la misma forma. Por ello paro todo lo demás y dejo que surjan.
Lo hago porque sé que no soy nada sin ellos. Lo que creo es mi vida. Es lo que quedará de mí algún día. Escribir historias es más que un hobbie. Es un amor que no siempre me corresponde. Porque no siempre acude cuando lo llamo.
Ya me están gritando otra vez.
Me voy a dotarles de existencia.
Me voy a dejarles que me cuenten su historia mientras yo lucho por transcribirla. Espero estar a la altura.
Shhh ¡silencio! ¡ La función comienza!
Seguro que estás a la altura de tus personajes xD Deja que hablen.
ResponderEliminarLos míos han dejado de hablarme...
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