De los abrazos dados en silencio al cerrar los ojos
e imaginar momentos que ya no se volverán a repetir, pero que en el fondo de mi
corazón siguen siendo y siempre serán abrazos.
De los abrazos que no se dan por distancia entre las
personas, pero que son abrazos virtuales que abrigan igual o incluso más que
los que si te dan otras personas que no sienten nada al abrazarte.
De los abrazos a las personas a las que quieres con
los que detienes los segundos que transcurren en el reloj, aunque el tiempo
siga avanzando.
De los abrazos que te hacen volar, cuando la persona
a la que más amas te estrecha fuertemente entre sus brazos y te levanta del
suelo, entonces el reloj también se detiene y lloras de felicidad.
Desde hace un mes y medio, necesito abrazos, siempre
me gustaron pero ahora los ansío, los busco, los necesito…para no caer, para
permanecer en pie, para no dejarme vencer, para no olvidarme de quien soy.
Pero no me conformo con un abrazo cualquiera. Solo
me dejo llevar cuando en esos abrazos hay sentimiento, hay lágrimas, hay
alegría, hay comprensión, hay complicidad, hay amistad.
Quizá sea exigente, pero es que quiero abrazos que
me demuestren que sigo sintiendo, que sigo viva y que las personas a las que se
los doy están vivas también, aunque estemos frágiles, sensibles y muy doloridos…
Seguimos
vivos…
Quiero abrazos cargados de amor, ya no me conformo
con abrazos impregnados de basura, porque cuando yo abrazo lo hago con todo el
alma y con todo el corazón.
El tiempo ha pasado. Las cosas cambian. El tiempo ha
pasado. Yo he crecido. La vida me ha hecho crecer de golpe. Y ya no me conformo
con abrazos basura.
Quiero abrazos cargados de amor…de esos que me
levantan del suelo cuando estoy triste, de esos que me ayudan a ser quien
quiero ser a pesar de la melancolía y de las heridas abiertas y sangrantes.
Quiero abrazos cargados de amor y los tengo.
Soy afortunada porque los tengo. Soy afortunada por
saber que los tengo.
Infinitos abrazos espolvoreados de amor fluyen desde
mis brazos para danzar con el viento...
Siempre preferí los abrazos a los besos, esos abrazos que, cuando los das, hacen que busques en tu interior un botón de pausa, una forma de parar el tiempo y conseguir que la aguja del reloj detenga su danza por siempre o, en su defecto, por tan sólo unas horas. Me gustan los abrazos que te erizan los pelillos de la nuca, los que huelen a te rojo y a canela, los que hacen que los corazones latan; los abrazos, en definitiva, que se dan de verdad y terminan siempre con un suspiro que duele.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, niña, puede que sin botón de pausa pero tan sentido y tan sincero como puedo imaginar.
Te mando un abrazo, un abrazo virtual para compensar todo el cariño que suelo recoger entre tus letras. Cuando uno ama al mundo el amor flota en el mundo y de pronto un soplo de viento nos trae una acaricia que nos arropa el alma.
ResponderEliminarUn beso