Ayer, hubo demasiadas casualidades...
Ayer era nuestro día, el tuyo y el mío. Ayer tuve la
sensación de que si estabas conmigo.
Por la mañana me desperté contenta después de
soñarte.
Recogí de una caja de cartón, ese sobre con los
relatos que te regalé, con los relatos de esa novela que empecé para traérmelos
a casa, y al releerlos me di cuenta de que sobre una palabra habías puesto a
bolígrafo otra, me habías corregido -y yo pensando que no leías lo que
escribía-. Ayer supe que sí y que lo hacías prestando verdadera atención.
Ayer, mientras las agujas acariciaban mi piel y la
tinta se iba colando entre mis poros, mientras el dolor iba creciendo, el
corazón paralizado buscaba su aliento para sonreír.
Casualidades del destino, mi tatuadora necesitaba
una música más relajante que los “Red Hot Chili Peppers” para tatuar y cambió
la música, decidió poner a ese poeta y cantautor español nacido en Úbeda
(Jaén), Joaquín Sabina.
Sin saberlo, sin pretenderlo, no pudo dar más en el
clavo…
Casualidades del destino, ahí estaba el aliento que
necesitaba mi corazón para sonreír a pesar del dolor punzante, del escozor
producido por las agujas al dibujar sobre la piel.
Sin saberlo, sin pretenderlo, había puesto a
Joaquín, una de las voces preferidas de mi padre…esa voz que desde que era
pequeña escuchaba en casa y en el coche, junto a él, sin saberlo, me trajo algo
de mi infancia que me hizo sonreír.
Adoro a Joaquín, adoro sus canciones, su ironía, su
forma de escribir y decir las cosas, y es más que probable que esta afición me
venga por ser la niña de papá, porque en cada canción hay un fragmento de
momentos felices.
Ayer, los recuerdos regresaron para acariciarme sin
cesar, en cada letra, en cada palabra pronunciada, los cigarrillos, los
crucigramas, los “busco acaso un encuentro que me ilumine el día”, los “trepo
por tu recuerdo como una enredadera”, las palabras confundidas con mi nombre,
el nombre de mamá entre la palabra inestabilidad…
Ayer el corazón quiso jugar, ayer el corazón quiso
sentir más, ayer el corazón me hizo recordar, y al recordar se calmó mi dolor,
y al recordar sonreí…
Sonreí por todos los momentos de un pasado feliz.
Sonreí porque sentía que estabas junto a mí.
Y al regresar a casa, estaba feliz, dolorida, con la
piel impregnada de tinta, pero feliz.
Y he vuelto a dormir como nunca…con mi mano
izquierda sobre el pecho, protegiendo mi rosa roja, pensando en ti, en mis
sonrisas, en mi sueño, en tus palabras, en una canción…
Ayer caminé por una calle desconocida, te encontré
en esa calle melancolía, en ese nº 7, y ambos juntos, nos mudamos a la calle de
la alegría, porque no es demasiado tarde para sonreír, no es demasiado tarde
para sentir, no es demasiado tarde para coger el tranvía cuando se quiere vivir…
Ayer te sentí conmigo, ayer fue el día de las
casualidades, ayer fue nuestro día…y desde ayer sé que siempre estarás conmigo,
que juntos avanzaremos, que juntos seguiremos recorriendo un camino.
Desde tu muerte dije que no me dolía el no poder
volver a abrazarte, el no poder hacerte sonreír, el no poder verme reflejada en
tus ojos, el no poder robarte miradas de complicidad…dije que lo que más me
dolía era que tú ya no podrías ser más, que no podrías seguir viviendo, siendo,
dando, amando…
Y ayer me di cuenta de que mientras yo siga
sintiendo, viviendo, recordando, tú permanecerás…porque yo me encargaré de que
tú seas, y SEAS para siempre…
Ayer fue nuestro día, ayer fue un gran día…
+Banda sonora: Calle Melancolía de Joaquien Sabina.
http://www.youtube.com/watch?v=f4gDuVZ8Bkc&feature=related
Me gusta esa actitud tuya. Me gusta que te niegues a olvidar y a llorar como única opción. Hay otras muchas.
ResponderEliminarUn beso fuerte
Por cierto, adorables las letras de Joaquín Sabina, y esa voz desgarrada que dibuja como nadie los constantes quiebros espíritu humano.
ResponderEliminarJoaquín Sabina mola, él me enseñó a la tierna edad de quince años que a veces gana el que pierde una mujer, haciéndo que me alejara de ese barranco de dolor al que me había replegado. De su mano paseé por el boulevard de los sueños rotos y por ese madrid en el que las niñas ya no querían ser princesas.
ResponderEliminarSabina mola, pero mola más aún todo esto que nos cuentas, todo lo que al abrirte al mundo estás sintiendo, porque a veces hay que saber cerrar los ojos a la visión fría y cruda de la realidad que otros han tratado de pensar para nosotros y abrirnos a la magia y la verdad que se oculta en ese otro mundo onírico -tan real o más que el que percibimos día a día- en el que el Amor y la comprensión de éste hace que todo sea posible.
Un fuerte abrazo, Rebeca, y dulces sueños. Eras una persona increíble, pero te estás convirtiendo en un ser maravilloso: Te deseo de corazón que nunca permitas que esa otra visión fría y calculada de la realidad, ese concepto del mundo que a veces intentan vendernos, hagan que dudes en ningún momento de todo lo que has sentido, de todo lo que has sabido estos días. Y si alguna vez esto pasa, cuando esto pase, mira la rosa en tu pecho y recuerda la verdad, lo que en realidad importa por encima de todo y de todos.
Dulces reencuentros, Rebeca, y que sepas que molas mucho ^_~.
Preciosa la rosa tatuada.
ResponderEliminarY precioso el tatuaje que llevas en tú alma.
Un beso.
Escribes lindísimo :)
ResponderEliminarMe ha encantado!
Besos,
Lily
Hola, espera, lo primero me presento: Soy Sheila, una de esas personas que te ha leído alguna vez pero que se encuentra en el anonimato este que se llama internet. La verdad es que esta entrada me ha llegado al corazón, supongo que porque todos pasamos momentos difíciles pero nunca los mismos y menos con el que estás encontrándote ahora y la entereza que tienes hacia él.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Pd: Por otro lado en cuanto a tu faceta de escritora te animo con ganas, ha habido algún texto que no me ha convencido pero también alguno que están bastante bien. ¡Ánimo con los escritos! :)