–– ¡No te mueras sin decirme a
dónde vas!
–– ¿A dónde voy a ir? ¡Si yo sigo
aquí!, ¡Siempre seguiré aquí!
Cuando la muerte se acerca y tus seres queridos
se desprenden de la vida, comienza a rondar la incertidumbre en tu cabeza…
¿A dónde mirar, hacia dónde buscar?...Preguntas
sin respuesta.
Tú, yaciste hace siete años. Te fuiste sin
decirme a dónde ibas. No pude decirte adiós. Mi corazón quedó desolado, mi alma
encogida en la tristeza, mi mente totalmente aturdida, confusa, y mis puños…
Mis puños apretados por la ira y la rabia que
me produce el no tenerte aquí…
Pasó el tiempo…he soñado tantas veces con tu
imagen, con tus palabras, con tu presencia como si aún seguirías aquí, ¡jamás
te he soñado muerta!…y sin embargo no he sido capaz de encontrar respuestas a
mis preguntas: ¿dónde estarás, me verás, me sentirás?…
No creo en el más allá, ni en el cielo ni en
el infierno, ni en la reencarnación, creo que después de la muerte no hay nada.
La muerte es el fin del camino. De ahí que mis preguntas nunca obtengan
respuesta.
Hubo un día que oí que me llamabas. Ese día te
soñé más fuerte que nunca, hablé contigo, en el sueño sólo yo podía verte,
oírte, sentirte y al amanecer desperté empapada en sudores fríos, con lágrimas
deslizándose por mi rostro, con un enorme dolor que asolaba mi cabeza, con
ganas de vomitar…
Un sueño tan real, tan vívido,… desde esa
ensoñación todo me parece distinto.
No me dijiste a dónde ibas al morir y sin
embargo hallé la respuesta yo solita en un sueño… ¿Sabes que a veces me hablan?...
Hoy, siete años después, siento que en mi
corazón duerme reposada y tranquila la respuesta a la pregunta añorada.
Te fuiste sin que pudiera decirte adiós, es
cierto, me soñabas a tu lado junto a ti, instantes, minutos, horas y días antes
de morir, dicen que los componentes de la morfina hacen ver cosas que no son, y
yo era demasiado pequeña para ver ciertas cosas -o eso dijeron algunos-.
Te fuiste y yo no pude despedirme de ti como
hubiera querido, unas horas después iba a llevar a cabo esa despedida, pero te
fuiste… ¡si tan solo hubieras aguantado un poco más! mi corazón entonces
hubiera estado tranquilo, dormiría relajado, en paz…
Pero eso ahora ya no importa, a día de hoy así
es como se siente, porque tú te encargaste de volver, de penetrar en mi alma,
de darme la oportunidad de despedirme de ti en vida sin miradas agonizantes,
porque a partir de ese instante de la despedida ya te podía dejar morir tranquila,…
Tú te fuiste en paz y en paz quedó mi corazón…
me diste esa oportunidad en el sueño, demostrándome que seguías ahí junto a mí
y mi alma quedó tranquila, durmió en los brazos de la luna esa noche y tu voz
me susurraba al oído canciones de amor -ese amor de madre que una abuela tiene
hacia sus nietos, ese amor que tú siempre nos diste-.
Y a partir de esa noche mi corazón jamás
estuvo intranquilo, jamás tuvo miedo a perderte, jamás volvió a tener miedo por
no decirte adiós.
No me dijiste a dónde ibas, pero con el paso
del tiempo encontré la respuesta, hallé la respuesta muy dentro de mí. Tanto
tiempo buscando algo que parecía tan difícil, tan intangible, tan irreal…y sin
embargo ahora me parece lo más fácil del mundo.
Hoy sé que estás dentro de mi alma, en cada
gota de la sangre de mis venas, en cada rincón de mi mente, en cada latido de
mi corazón, dentro de mí, guiando mis pasos, ayudándome a vivir, a seguir en
pie, con fuerza…
Hoy sé que estás aquí ayudándome a destruir
mis miedos, ayudándome a demostrarle a los demás como soy en realidad, haciendo
que me quiera a mí misma sin complejos, como tú me enseñaste a ser, como tú me
sigues enseñando a ser, con virtudes y defectos, sin olvidar lo que valgo.
Hoy sé que siempre estarás junto a mí, perteneces
a mí alma, eres su voz, la voz de mi conciencia, la fuerza que reposa dentro de
mí, eres los rayos de sol que me escuecen en la piel ayudándome a sentir, eres
la luz que ciega mis ojos mostrándome todo lo que me rodea.
Gracias a ti, veo, río, lloro, siento, amo,
añoro, quiero, sueño, lucho, muero, nazco de nuevo…
No me dijiste a dónde ibas al morir, no era
necesario, porque ahora sé que no fuiste muy lejos.
Ahora sé que estás justo aquí, en lo más
profundo de mi ser…
–– ¡No te mueras sin decirme a
dónde vas!
–– ¿A dónde voy a ir? ¡Si yo sigo
aquí!, ¡Siempre seguiré aquí!
*Escrito en Noviembre del año 2005.
La marcha nunca es definitiva: siempre queda lo más bello. En nuestra alma y el recuerdo, en el corazón y las letras, en las enseñanzas, en lo que somos y en lo que fueron y seremos en el futuro.
ResponderEliminarSiempre permanece.
Precioso escrito, me gusta esa frase y la profundidad que le da. El mundo onírico que crean tus palabras y la melodía que me hace recordar, una melodía que sólo he escuchado en sueños pero que, cada vez que suena, hace que me sienta feliz.
Un abrazo, Rebeca, gracias por comprtir tus sentimientos y hacernos partícipes de tu literatura ^____^
Cada vez me convenzo más de que tenemos algún tipo de conexión.
ResponderEliminarNo es normal que nos pasen las mismas cosas o parecidas... que sintamos de forma tan exacta...
Cuando yo perdí a mi abuela una frase resonó en mi cabeza. Era la frase de El Cuervo..."Si nos roban a nuestros seres queridos, la forma de hacer que vivan más tiempo es no dejar de amarlos nunca"
Yo estuve muchísimo tiempo enfadada, tanto, que casi olvido lo feliz que fui.
Raras veces nos dan la oportunidad de despedir a quienes queremos, y tal vez sea mejor así porque no sabríamos dejarles ir. Y porque aunque no haya despedida no se van muy lejos, si se han dado una y mil veces se quedan aquí.
ResponderEliminarUn beso
Simplemente los seres queridos,cercanos son los que marcan nuestras vidas y nuestros caminos!!
ResponderEliminarGuardo tu ultima mirada..
ResponderEliminarTe Guardo en mi memoria.. para que a cada instante Renaceras!! mas cerca de mi
Te guardo en mi corazón.. porque se que aquí no morirás!!