Porque seguí siendo la niña de tus ojos, me lo dijo aquella máquina de hospital después de tu operación, cuando con tan sólo cogerte de la mano me miraste desde tus ojos llorosos y tu corazón se aceleró.La tensión se desbordó.Los pitidos se aceleraron demasiado.
Porque sigo siendo la niña de tus ojos, me lo dicen tus sonrisas, tus gestos, tus miradas, tus bromas, aunque nunca lo digan ni tus palabras ni tus abrazos.
Eres tan frío y yo tan cariñosa…Pero no te preocupes, con el tiempo he aprendido a leer entre líneas.
Siempre fui, seguí siendo y soy, la niña de tus ojos.
Dicen que a todos los hijos se les quiere por igual, y puede que sea cierto.Quizá.
Dicen que a los dos padres se les quiere igual, y yo sé que no.Sé que no, porque con uno siempre se tiene más afinidad…
Siempre he estado a tu vera, revoloteando…
La niña que se iba contigo a tomar el mosto, la que dormía la siesta en tu pecho, la que se quedaba dormida por las noches a tu lado y cuando amanecía ya estaba en su cama, la que coleccionaba las pastillas de jabón que recogías en los hoteles cuando viajabas a trabajar en los andamios de Madrid, a la que compraste una muñeca en el Toys 'R' Us al no poder estar en casa por su cumpleaños, (muñeca que se perdió en algún rincón del tiempo, que no tengo entre mis manos, pero si en mis recuerdos).
La niña que veía contigo los partidos de futbol, y gritaba “Tot el camp és un clam, som la gent blaugrana”, la que se sentaba a tu lado mientras hacías crucigramas, y la que con el tiempo se sentó junto a una cama de hospital, vigilando tus movimientos mientras leía la Metal Hammer.
La que tiraba paredes, y quería rejuntear azulejos, la que tallaba madera contigo, la que comenzó esa estela cántabra que tú tuviste que terminar, la que te preguntaba sobre tu juventud, sobre política, la que comenzaba a pensar por ella misma y te lo exponía, la que imprimía fotos del “Che Guevara” y las pegaba en las puertas de los armarios, la que colgaba de las cortinas de puntilla blanca esa foto de Korda con fondo rojo…
La que tiraba petardos y destrozaba los cristales de las fábricas abandonadas, la que quería piercings y tatuajes, la que vestía con medias agujereadas y pantalones rotos y aún lo hace, la que se maquillaba con ojeras y labios negros y aún lo sigue haciendo, la gótica, la que iba con malas compañías, pero que nunca te daba disgustos…la que aprobaba todo con sobresalientes, y la que no aprobaba ni una asignatura y era castigada sin salir de fiesta por ello.
La niña modelo en el colegio de monjas y la que se iba a la cafetería en vez de pisar el instituto.
Yo, Rebeca, tu pequeña niña que ahora es mujer, que ya no vive bajo tus reglas, que ya no vive contigo, pero que siempre te lleva con ella.
En mi nueva casa, pedacitos materiales de ti de los que presumir.Una mesa tallada con los escudos familiares, esa estela de Lombera sobre la balda del salón, unos cuantos libros que servirán de documentación para una novela corta que aún es un simple proyecto impregnado de sueños, viejas fotografías de tu juventud y el último carnet de un partido por aquel entonces prohibido…
Junto a mí, para siempre, en mi hombro izquierdo, un tatuaje de una estrella roja con tu nombre debajo, diseñado por tus manos, bajo él la estela cántabra y la palabra “Lombera”.Nuestra estela, tu barrio, mi barrio, los mejores momentos de mi infancia.
No te gustaban los tatuajes, y ahora sonríes cuando luzco con orgullo pinceladas de mi padre.
Porque fui, y sigo siendo la niña de tus ojos.Porque tú eres el padre de mis ojos.
Estas líneas totalmente desordenadas y sin sentido, que no leerás, simplemente para decirte: FELIZ CUMPLEAÑOS. Y que nos queden muchas velas por soplar (como dice Rulo en su canción), juntos, aunque no seas ni de soplar velas, ni de pedir deseos, ni de celebrar nada.
Yo las soplaré por ti, yo pediré deseos por ti.Yo seguiré luchando por ti.
Siempre conmigo, en mi mente, en mi piel, en mi corazón, en mi alma y en mi sangre.
El papa de mis ojos.
* Gracias por los momentos que compartimos juntos un día y por los que aún nos quedan, por tus enseñanzas, por llenar de historia mi historia, nuestra historia…Gracias porque dentro de tu corazón en pleno siglo XXI siguen latentes sin permanecer dormidas, las barricadas…
Joder... No me hagas llorar, niña, que estoy mu mayor pa esto.
ResponderEliminarFelicidades a tu padre, y a ti por tener ese padre, y esos recuerdos, y esa infancia, y esta nueva comprensión.
Tras leer estas líneas no puedo menos que reiterarme en lo que te digo en el mail: cuando te relajas, cuando disfrutas con lo que haces, eres capaz de conseguir lo que quieras con tus palabras. No esfuerces la situación, no trates de pintar una idea planteada de antemano, sólo sientate delante del ordendor, o de tu boli bic negro, y deja que fluya.
Te sorprenderás.
Un abrazo a los dos, y lo dicho, felicidades a ambos.
PD oooye, hay que ver la de similitudes que veo en nuestras dos infancias... Algún día vamos a tener que hablar sobre esto: Estoy empezando a dejar de sentirme especial, o bicho raro, o como quieras llamarlo. Jajaja
Lo mejor de tener un padre como el que nos relatas con el corazón palpitando entre las letras del teclado es que aún cuando no esté, seguirá estando a tu lado, y te seguirá dando respuestas, porque todas las palabras compartidas viajan en la sangre y nunca se van.
ResponderEliminar¡¡¡Felicidades!!!
A los dos por poder disfrutaros aún, y porque los silencios y las miradas también hablan.
Querida Rebeca, creo que tenéis mucha suerte de teneros mutuamente. Me ha encantado leer esta entrada y sentir, sobre todo, tu felicidad -y la suya- impregnando cada palabra.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un beso.