20 may 2011

UN MUNDO DISTINTO

Soñando soñé que vivía en un mundo distinto.

Al caminar por las calles de mi ciudad, las notaba diferentes, estaban tan limpias que parecía que nadie caminaba sobre ellas, no había personas rebuscando en los cubos de basura. Al cruzar la esquina no te encontrabas con gente pidiendo en la puerta de los supermercados, ni con vagabundos durmiendo sobre bancos de madera.
Sólo había gente que caminaba de un lado para otro, coches que seguían su curso, padres que jugaban con sus hijos en los parques, sonrientes, felices.

Al llegar a casa, encendí la televisión para ver qué pasaba. Pero en el telediario...

No decían nada del cambio climático. No existía. Los inviernos eran inviernos, en verano era verano, en otoño empezaba a hacer frío y las hojas se caían de los árboles y en primavera la sangre se alteraba y las flores florecían. Y dependiendo de la situación demográfica, el clima era de una forma u otra, pero siempre correspondían sus temperaturas con aquellas que nos enseñaban en la escuela.

No había violencia de ningún tipo, no había más mujeres muertas, ni niños secuestrados, ni adolescentes asesinados, no había ira, ni furia, ni odio. Sólo tranquilidad.

Todo eran sonrisas.

No había políticos corruptos, ni disputas parlamentarias. Todos trabajaban a una. Porque las cosas que les diferenciaban eran menos que aquello que les unía.

No había paro ni crisis económica. No había robos. No había desigualdad de oportunidades.

No había ni ricos ni pobres. Todo el mundo tenía lo suficiente para vivir, y poder darse algunos caprichos.

La cultura estaba al alcance de todos y su diversidad era tan grande como lo era el abanico de personalidades.

No había guerras, ni dictaduras, sólo una auténtica democracia.

Nadie era superior a nadie, nadie pisaba a nadie. No había pueblos que se creyesen superiores a otros pueblos.

Los ejércitos no aplastaban naciones, no era necesaria su intervención. La gente arreglaba las cosas mediante la palabra.

Los militares no tenían rangos, ni poder, eran únicamente personas vestidas de un uniforme color verde, el verde esperanza, porque llevaban esperanza allá a dónde iban. Trabajaban en la creación de hospitales, de escuelas, de centros de trabajo, de carreteras.

No había accidentes de tráfico, no existían las enfermedades mortales. Toda enfermedad era curable al 100%.

Los seres humanos no se comportaban como animales, cuidaban la naturaleza, eran fraternales con sus semejantes. Se respetaban.

Todos eran iguales. El mundo era más bonito, más humano...


Pero la luz de un nuevo día, consiguió colarse por los huecos de la persiana.

La alarma del despertador comenzó a sonar. Y mi sueño dijo: ¡adiós!

Al abrir los ojos me encontré de nuevo con la realidad y me entraron unas enormes ganas de llorar.

Encendí la televisión y la crisis económica ya estaba aquí, la contaminación, el cambio climático, el paro, la corrupción, las violaciones, los asesinatos, las guerras, los habitantes de un mismo pueblo matándose...No había ni rastro del diálogo ni de la palabra tranquila y argumentada.

Sangre y destrucción. Sin sentido. Incultura. Poder ilimitado.

El hambre, las desigualdades, la pobreza, los accidentes de tráfico, el cáncer, el sida, las lágrimas...todo había vuelto...

De nuevo un mundo negro, un mundo que se seguía destruyendo así mismo poco a poco...

Y cuando las lágrimas cesaron, las ganas de luchar empezaron a roncar dentro de mi sangre. Este mundo necesita un cambio, me dije suspirando...Y para que las cosas cambien, hay que luchar.

La única opción es empezar luchando desde nuestro propio alrededor, nuestro pequeño mundo cercano.

Cerrar los ojos para no ver, no sirve de nada. El conformismo no soluciona nada.

Y en mi familia nunca hemos sido de conformarnos.

3 comentarios:

  1. ¿Tú qué comes que escribes tanto? jejeje
    Hay que cambiar el mundo... esperemos que esto no se vaya de madre. Porque se puede liar una muy gorda. Mucho.

    Besotes escritora!

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  2. En ocasiones uno se siente como una gota de agua en el mar, pero sin esa gota el mar sería menos.
    Madre Teresa de Calcuta

    Uno a uno somos muchos y día a día son muchos años, dentro de los cuales quizá todo sea como en tu sueño. Ojalá.
    Saludos

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  3. Me gusta el principio de tu escrito, me recuerda al famoso discuros de martin Luther King, otra víctima de la crueldad humana pero que con su palabra fue capaz, como muchos otros, de cambiar el mundo. Trotsky, Teresa de Calcuta, Ghandi, Nelson Mandela, Vicente Ferrer, Biko, el famoso martir de Tian'anmen... todas las personas buenas que han dado su vida y su integridad por aquellos que vendrán después, sin violencia, sin ataques, sin interesas, sin ansias de poder, tan sólo amor al prójimo; ellos son la demostración de que existe el cambio y la esperanza, aunque sea a largo plazo y encerrada en los planes de gobierno de dos paises en liza.
    Un beso, Rebeca, y no dejes que la amargura te robe la esperanza en lo que ha de venir.

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